Nuestra localidad ha marcado un hito en la representación de una Semana Santa Viviente que roza la perfección y que es ensalzada por los cientos de visitantes que son atraídos, cada año, a este pequeño municipio para saborear in situ la meritoria puesta en escena de quienes han conseguido hacer de la Semana Santa Viviente todo un signo de identidad propia que, cada vez, traspasa más fronteras y lleva a este municipio a ser, cada vez, más y más conocido.
Gracias a la Semana Santa Viviente, Cuevas del Campo, que era un pueblo perdido en el altiplano granadino, ahora es conocido, no solo en la provincia de Granada, sino también, en toda Andalucía, España y el mundo entero. Ya se le conoce, como el pueblo de la Pasión.
Y así, como por arte de magia, este pueblo retrocede más de dos mil años de historia y se traslada al escenario que, en su día, acogió la muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. Sus calles, plazas y lomas, se convierten en Calle de la Amargura, Pretorio y Gólgota. Y sus gentes: actores, actrices y figurantes, recrean fielmente el ambiente de la época del emperador Tiberio.
Desde entonces, el pueblo se convierte, por unas horas, en un gigantesco plató en el que todos participan, siendo el resultado, una película en directo en donde los sentimientos se apoderan de los espectadores, fiel reflejo del mensaje de religiosidad que, en todo momento, se trasmite a través de la escenografía, la musicalidad y los personajes. Las escenas se desgranan y pasan ante los ojos de quienes observan expectantes la sucesión de acontecimientos de una historia que conocen y que pasan a sentir como suya.
La Semana Santa Viviente, en la que llevamos años trabajando con mimo, cariño y con el apoyo de todos los vecinos del municipio, forma parte ya de nuestra vida y de nuestra cultura.
Perderse en nuestras calles, emocionarse, mezclarse con nuestra gente es un acto cultural de lo más interesante.
La Semana Santa Viviente, basada con toda fidelidad en el Evangelio de Mateo y enriquecida notablemente con una escenografía preciosa y plena de sentimientos humanos que emana profundamente de cada uno de los personajes del Drama, nos traslada y sumerge en otra época, viviendo con intensidad los acontecimientos que allí sucedieron.
Vivir la pasión viviente, de Cuevas del Campo, es también, un viaje íntimo. Emocionarse, compartir, observar y sorprenderse en tantos rostros que se disponen ante nuestros ojos, es vivir la pasión de forma íntima y personal.
La Semana Santa Viviente, de Cuevas del Campo, es un crisol de emociones, de miradas y sentimientos, de miradas del alma que no nos deja indiferentes, ante el hecho de la pasión de Jesús, escenificada en esta Jerusalén en que se convierte Cuevas del Campo, cada Jueves y Viernes Santo.
Todo está consumado, se suceden las escenas ante nuestros ojos, vuela el látigo sobre la espalda desnuda del condenado, ruge la turba ante la sangre derramada y comienza el camino al Calvario, camino lleno de estampas hermosas, de ternura, de cariño, de generosidad.
El Drama se inicia con el desfile del ejército del emperador Tiberio, dirigiéndose al Pretorio. Allí se celebra el juicio de Jesús ante Pilato y se le condena a morir en la cruz, después de ser flagelado, siendo esta una de las escenas más impresionantes, por la crueldad de los latigazos y los gritos del pueblo judío.
La subida al Gólgota, es sin duda, una verdadera Vía Dolorosa, con las tres caídas:
En la primera, una mujer, con unos niños, se acercan a Jesús, para darle de beber.
En la segunda caída, la Verónica sale de entre el pueblo judío y limpia el rostro ensangrentado del Nazareno, ante la fuerte oposición de los soldados romanos. Esta escena de una belleza y sencillez impresionante, es fortalecida con el Ave Verum Corpus, de Mozart.
En la tercera caída, en la que Jesús se encuentra con su Madre, es una escena de una emoción extrema, Madre e Hijo, se funden en un abrazo interminable, haciendo que las lágrimas rueden por las mejillas de las personas que la contemplan.
La crucifixión y la resurrección, se lleva a cabo en el paraje denominado “Cueva de Parejo”. Un impresionante rincón centenario de inimaginable belleza, que catapulta el Drama hasta lo inconcebible. Allí, la escena de María subiendo por la loma, casi arrastrándose, acompañada por la potente voz de Alfredo Kraus, cantando la Romanza de la Dolorosa y su llegada al pie de la cruz, con los brazos en alto, intentando acariciar, inútilmente, los pies de su Hijo y cayendo desmayada, a su lado.
El descendimiento y el entierro de Cristo, con el Réquiem, de Brahms, de melodía de fondo, hacen que los espectadores disfruten de toda una variedad de sentimientos profundos y sinceros, que manan a raudales, por todos los rincones del Gólgota.
La tarde, finalmente, se cierra con la resurrección, al contemplar al Cristo resucitado en lo alto de la loma, enviando al Espíritu Santo, simbolizado en una blanca paloma, que sale de sus manos.
El resumen, verán un precioso espectáculo religioso-teatral, con una escenografía espléndida, enriquecida notablemente con un vestuario bellísimo, una banda sonora impresionante, y unos escenarios naturales de increíble belleza, que deslumbran a los cientos de espectadores, que, en cada nueva edición, nos visitan.